CABARETE VERDE

Cabarete ha sido un polo turístico de mucho éxito. Su flujo de visitantes y sus ventas inmobiliarias han destilado empleo y lucro. Pero su extrema dependencia de sus recursos naturales le plantea un futuro incierto. Hay señales de que, de no gestionarse adecuadamente, esos recursos naturales sucumbirán y Cabarete no será el «modelo turístico» soñado por el presidente Fernández.

La primera preocupación surgió porque algunas construcciones ilegales estaban interfiriendo con los vientos, el atractivo principal del destino. Esos vientos han puesto a Cabarete en el mapa turístico mundial colocándolo entre los 10 mejores lugares del mundo para la práctica del windsurf y del kiteboarding y como la capital de los deportes acuáticos en el Caribe. Por suerte ya se debatió la problemática y, con un aceptable Plan de Ordenamiento Territorial del Ministerio de Turismo, se conjuró ese peligro a finales del 2009.

Pero Cabarete es también un destino de aventura que atrae a turistas jóvenes. La variada oferta de sus zonas aledañas, incluyendo su «Monkey Jungle» y facilidades de «zip lines», representa un complemento ideal de los deportes acuáticos. Los atractivos incluyen excursiones a los cañones, cascadas, cuevas y montañas (senderismo, bicicleta, escalamiento por las rocas), así como opciones para bucear, montar en mulos, en caballos o kayaks y hacer rafting en el río o practicar el parapente y el wakeboarding. De ahí que los recursos naturales de la zona deban cuidarse al máximo.

Pero el peligro sigue acechando. En el costado sur de Cabarete existe el Monumento Natural Lagunas Cabarete y Goleta, también conocido como «El Choco». Este bordea la parte sur de Cabarete (extendiéndose paralelo al mar más allá de los 6 kms de la playa) y es el humedal más grande de la costa Norte, esencial para mantener el equilibrio ecológico de la zona. El desarrollo urbano desordenado y la indolencia de pasadas autoridades han causado algunos daños a esta área protegida.

Si continuaran los rellenos del humedal y si se multiplican los pozos sépticos aledaños se estaría comprometiendo los recursos acuíferos que, a su vez, contaminarían las aguas marinas. A la larga, se estaría reduciendo la biodiversidad que el humedal alberga y se afectaría la protección contra inundaciones. Así dejaría de ser un atractivo ecoturístico. Las actividades de aventura no sufrirían porque dependen mayormente de las montañas y ríos adyacentes, pero la agresión al humedal dañaría los negocios de la playa.

Con la intervención del Ministerio de Medio Ambiente -incluyendo la construcción de un canal alrededor del humedal- se ha logrado parar los daños y permitir el uso turístico de las lagunas. Pero todavía existe marcada incertidumbre sobre sus posibilidades de conservación porque las decisiones gubernamentales pendientes podrían crear nuevos problemas. Aunque el humedal no sea el principal atractivo de Cabarete, su suerte afectaría toda la operación del área turística.

La amenaza actual proviene de las soluciones que se proponen para resolver el problema de la carretera que atraviesa al poblado. Su estrechez y congestionamiento representan un grave peligro para los transeúntes. El Ministerio de Turismo está proponiendo un Boulevard Ecológico que conjuraría el problema, junto a un par de parqueos con ubicación estratégica. Este bordearía el humedal por su costado sur y lo atravesaría sobre un elevado de kilómetro y medio. Entre el boulevard y Cabarete se contempla el desarrollo de un «Parque Urbano» de rasgos todavía por definirse.

Según algunos ambientalistas, el problema es que cualquier carretera que bordee el humedal terminará promoviendo el asentamiento de población. Eso creará una presión inaceptable, tal y como ha sido el caso de los rellenos que algunos bípedos implumes locales propiciaron sin que las autoridades tomaran nota. Como alternativa se propone asfaltar la carretera de El Choco que va desde Sosúa Abajo hasta el Cruce de Veragua, con unos 30 kilómetros de recorrido.

Si bien esta última opción llevaría actividad económica a lugares deprimidos, su justificación no es del todo convincente. Se basa en la premisa pesimista de que porque en la autopista Duarte ha habido asentamientos arrabalizados que dañan los ecosistemas, lo mismo sucederá con el Boulevard Ecológico. Eso no necesariamente tiene que ser así y a Cabarete le conviene apostar al escenario más optimista. Si quiere posicionarse como un destino de calidad tiene que enfrentar ese reto.

Pero es cierto que se correría un riesgo de que el tinglado institucional no funcione para prevenir los daños. Cabarete tiene que asegurarse de que las autoridades del distrito municipal actúen de manera idónea y diligente. También de que el Ministerio de Medio Ambiente esté dispuesto a actuar contra cualquier asomo de anomia ambiental. Eso es consustancial con el reto de desarrollo que sus habitantes encaran. Si no ganan esa batalla institucional tendrán que moler vidrio.

El dilema del «bypass» es el más urgente entre los problemas ambientales de Cabarete. Pero también hay problemas serios con la calidad del agua de su acueducto, con una planta de tratamiento de aguas residuales que requerirá de un costoso mantenimiento, con la creciente erosión de las playas y con la extracción ilegal de arena. Por eso Cabarete es un caso singular donde el desarrollo futuro del destino deberá pasar la prueba de la gestión ambiental. Su éxito dependerá de la capacidad de sus actores para actuar unidos.

De Juan Llado

Diario Libre

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