La Altagracia es más que resorts. Este polo turístico cuenta con una diversidad de ofertas complementarias llenas de historia y tesoros. Iniciemos con la famosa “Ruta ecológica”, que comprende una parada en la Laguna Bávaro, declarada Área protegida en 1995, refugio de vida silvestre.
Actualmente se trabaja en un manejo bilaterial entre el sector público y privado para el diseño de senderos que llevarán a la laguna para navegación en kayak.
La Fundación Ecológica Punta Cana es la segunda parada. Comprende un recorrido por el trabajo que desarrolla este organismo, como es el manejo de desechos sólidos, la apicultura y la lombricultura, con la que producen su propio abono orgánico para el cultivo.
Aquí también tienes la oportunidad de visitar la Reserva de Ojos Indígenas, senderos en medio de un bosque costero tropical y lagunas de agua cristalina, ideales para un refrescante baño. Una buena opción es la de navegar en un catamarán y recorrer la hermosa costa de Cabeza de Toro, cuyas playas han sido certificadas como Bandera Azul, por la calidad de sus aguas.
Este trayecto es parte de la historia de la conquista española y la veneración a la Virgen de La Altagracia. La ruta inicia en la ciudad capital de la provincia, Salvaleón de Higüey.
El recorrido sigue con el Santuario San Dionisio de Higüey, el primero dedicado a María en América. La construcción del templo sustituyó a la vieja ermita techada de paja, donde tuvo su primer asiento el culto a Nuestra Señora de la Altagracia.
En la parte de atrás está el lugar del famoso “naranjo”, árbol donde aparecía la imagen de la virgen de La Altagracia. Hoy, un dibujo representa parte de esta historia. En la calle lateral sur está el famoso “Pozo de la Virgen”.
La historia cuenta que brotó agua de esta parte del suelo, justo cuando un gran incendio se desató y ardieron las chozas alrededor de la iglesia. Este pozo se utilizó por mucho tiempo para el agua de los bautizos y era la que se bendecía para repartir a los peregrinos.
La siguiente parada es la Asociación de Ganaderos de Higüey, donde se encuentra otro componente del orgullo de la provincia, se trata del “Caballo de Paso Higüeyano” (no de paso fino), de fina estampa, majestuosa belleza equina, paso regio y auténtico con firmeza y una altura impresionante.
La siguiente parada nos lleva hacia San Rafael de Yuma, pequeño municipio en el Este del país. En su entrono se encuentran enormes cuevas naturales, fáciles de explorar por su amplitud, con hermosas estalagmitas y estalactitas. Quizás la más significativa es la Cueva de Bernard, que lleva ese nombre por estar dentro de la propiedad de Jhon Bernard, uno de los fundadores de la comunidad en el año 1880.
Allí localizamos el Museo de Don Juan Ponce de León. Desde esta señorial casa gobernó el conquistador español en toda la región del Este. La obra es una pequeña fortaleza, donde vivió Ponce de León con su familia, hasta que en 1508 se trasladó a Puerto Rico, fecha en la que partió hacia la conquista de Borinquen y desde allí salió en la ruta del descubrimiento de La Florida, además de persistir en la búsqueda de la fuente de la eterna juventud.
Ícono de la región
La Basílica de Higüey o Basílica de Nuestra Señora de la Altagracia, como también se le conoce, es uno de los monumentos más respetados de la República Dominicana. Este ícono de la provincia, ubicada en la calle principal de Higüey, es una espectacular edificación construida en el año 1949.
De Javier Noguera
El Caribe