Decenas de veces transitando la carretera del sur y en la misma entrada hacia el poblado “Las Tablas”, de Baní, la valla que nos invita a conocer el santuario San Martín de Porres queda impávida ante el tiempo, pero siempre invitando al viajero a que viva la experiencia de un encuentro religioso único en el país.
Resguardada entre las casas y el valle que rodea la comunidad “Las Tablas”, un apacible y pequeño pueblo al sur de la capital, próximo a Baní, el santuario sobresale en una colina, coronando con su cruz el mensaje que el sacerdote canadiense Roberto Hymusskm deseaba transmitir a la comunidad.
Este monumento de piedra se erige en la única elevación de montaña dentro de los límites de un paisaje agreste y rodeado de una inmensa explanada, en la predomina una vegetación serófila de llanura, y desde donde el visitante domina la vista desde cualquier punto que se proponga divisar su entorno.
Piedra y cemento meticulosamente colocados, dan vida a la iniciativa del sacerdote canadiense Roberto Hymusskm, quien fuera párroco en las Tablas de Baní y en el que colaboraron hombres y mujeres de este humilde pueblito olvidado en el tiempo.
Desde la calle que da acceso al santuario, se observa cómo sobresale la cúpula de piedra coronada con una cruz. Un parqueo disponible para los vehículos se encuentra en su base, desde la cual se puede iniciar la caminata a su alrededor y contemplar pequeños monolitos, que señalan las estaciones del vía crucis que se recrea durante la temporada de Cuaresma.
Pequeñas grutas y altares en honor a figuras de la iglesia católica, como lo son la Virgen de Fátima y la Virgen de la Altagracia, se encuentran en las paredes inclinadas del santuario.
Cada mañana de domingo los feligreses del pueblo se congregan en la parte de atrás de la colina, donde se encuentra el altar que se utiliza para oficiar misas.
A tan solo unos pasos más del altar, se encuentran sepultados los restos del Padre Roberto Hymusskm.
Ochenta escalones de cada lado bordean la pequeña elevación, que conduce hacia un ascenso desde el cual se puede ir apreciando el paisaje del entorno y en cuya cima se encuentra la capilla.
Un cañón que se presume sea de la época de la gesta independentista contra Haití, se encuentra al pie de la capilla, que recibe a los visitantes siempre con sus puertas abiertas.
Dentro de la capilla, la figura de San Martín de Porres, además de algunas pinturas y figuras representativas de la fe católica, dan la bienvenida a los visitantes.
Cada tres de noviembre se celebra una eucaristía especial, en homenaje al santo patrono peruano y quien es venerado para solicitarle el favor de curar enfermedades y ayudar a superar las necesidades económicas.
Duranla Semana Santa es visitado por cientos de fieles que reflejan su fe. El “Hermano Marcos” personaje que funge como guía, narra con pasión como participaron los feligreses en su construcción.
Por si decides visitar este mágico lugar
Para llegar a Las Tablas se toma el camino que conduce desde Baní hacia el pueblo de Azua, luego de unos 8 minutos de carretera se divisa una enorme valla que indica la entrada hacia el Santuario de San Martín de Porres.
Desde la carretera principal se conduce por unos cinco minutos por una carretera que está en muy buenas condiciones.
El santuario de San Martín de Porres fue una idea y un sueño hecho realidad por parte del padre Roberto Hymusskm, quien hasta el momento de su muerte en 1995 fue el párroco del escondido pueblo de Las Tablas.
El santuario se puede visitar cualquier día del año y a cualquier hora, y se recomienda dejar una ofrenda monetaria, pero no hay tarifa fija . Por igual se puede contribuir con un pago para los servicios de guía a las personas que brindan la información del lugar, quienes se muestran orgullosos de mostrar esta iglesia.
De Javier Noguera
El Caribe